Vivir en Constitución en el 2025: ¿Derecho, Privilegio o Espejismo de Papel?
6 de noviembre 2025
Cada 6 de noviembre conmemoramos la promulgación de nuestra Constitución, ese pacto supremo que prometió libertad, justicia e igualdad. En otras entregas nos hemos referido al concepto de lo que significa “vivir en Constitución”. Pero en el 2025, cuando el mundo avanza a un ritmo que nuestros predecesores jamás habrían imaginado en 1844, cabe preguntarnos: ¿vivimos realmente en Constitución? ¿O algunos viven en privilegio mientras otros aún esperan que el derecho los alcance?
El espejismo del papel
La Constitución, esa obra fundacional escrita con tinta para nada indeleble, ha sido modificada tantas veces que a veces olvidamos su esencia: no es un poema político ni una reliquia en mármol, sino un contrato vivo entre generaciones.
Sin embargo, demasiadas veces la tratamos como un escudo retórico y no como una brújula ética. Repetimos sus artículos sin exigir su cumplimiento, celebramos su aniversario sin mirar a quienes aún no pueden ejercer realmente lo que en teoría les pertenece.
El peligro no es que olvidemos la Constitución, sino que la recitemos de memoria sin sentirla y llevarla en nuestro ADN como dominicanos.
El nuevo rostro de la desigualdad
En el año 2025, la desigualdad ya no se mide sólo por la propiedad o el salario como en otras épocas. Se mide más bien por el acceso a la información, a la conectividad, a la justicia, al tiempo y a la posibilidad real de participar.
Mientras unos usan la Constitución para defender derechos digitales, ambientales o de género, otros siguen luchando por los más básicos: salud, vivienda, educación, trabajo digno.
Y en medio de esto, una generación entera de los llamadosnativos digitales, por demás impacientes y con necesidad de acceso inmediato a la información, se pregunta si los derechos son realmente universales o si dependen del lugar donde naciste, del apellido que llevas o del dispositivo que puedes pagar.
Generaciones en diálogo (o en silencio)
Desafortunadamente, nuestros abuelos aprendieron a temer al poder; nosotros crecimos aprendiendo a exigirle. Pero las nuevas generaciones no sólo exigen: crean, cuestionan y reconstruyen.
Para estas, “vivir en Constitución” no es aprender un preámbulo, sino reescribirlo cada día si fuese necesario: desde una protesta ambiental hasta un emprendimiento que busca la tan mencionada como desvirtuada inclusión, tantas veces vaciada de contenido.
Y esa es quizá la mayor señal de esperanza: que las constituciones ya no viven sólo en los tribunales, sino también en las redes, en las aulas, en los colectivos, en las redes sociales y hasta en los algoritmos.
La Constitución que necesitamos
Todas estas reflexiones me llevan a pensar que Vivir en Constitución en 2025 es entender que el texto no se agota en la letra, sino que se realiza en la práctica. Es reconocer que el derecho a la igualdad no se mide por lo que promete el artículo 39 de nuestra Carta Magna, sino por lo que ocurre en las calles, en los hospitales, en las escuelas, en las entidades públicas y privadas.
Es aceptar que la Constitución debe seguir siendo un punto de partida, no un trofeo de papel.
Es cambiar de mentalidad y entender que hoy en día laConstitución no se puede mirar con ojos de ayer, sino con la mirada de quien entiende que el futuro también se escribe en sus márgenes, con mentalidad de que se protejan los datospersonales con la misma fuerza con que se protegía la propiedad en 1844; que se garantice la libertad digital con la misma urgencia con que garantizó la libertad de expresión; que entienda que cuidar el planeta es también un deber constitucional.
El desafío de nuestra generación
La verdadera pregunta no es si tenemos derechos, sino si los ejercemos; no es si la Constitución nos protege, sino si nosotros la defendemos.
Y es que los derechos que no se reclaman se vuelven costumbre, y las costumbres injustas o incorrectas terminan pareciendo naturales, lo cual es un verdadero peligro.
Por eso, vivir en Constitución en 2025 es un acto de resistencia, de coherencia y de memoria:
Resistencia frente a la indiferencia.
Coherencia entre lo que creemos y lo que hacemos.
Memoria de que la libertad no se hereda y los derechos son una conquista.
Una invitación
Este 6 de noviembre no basta con recordar el pasado; debemos proyectarlo hacia el futuro.
La Constitución no es un documento cerrado. Es una conversación abierta que cada generación debe continuar.
Y quizá esa sea la respuesta a la pregunta inicial: vivir en Constitución en 2025 no es un privilegio ni un espejismo, sino una tarea diaria que exige conciencia, participación y justicia. Porque vivir en Constitución es, al fin y al cabo, el acto más político y humano de todos.